Hoy, presuntamente y según lo establecido, es San Valentín; a la gran mayoría este día le parecerá algo puramente superficial, un día como otro cualquiera donde quien más o quien menos comprará algún detalle romántico a su pareja y esperará ser correspondido de igual forma, como si el amor se pudiese medir por el precio del regalo o bastase con decir "te quiero" para demostrar cuánto amor se siente. Pese a que desde ese punto de vista todo se antoja como una sofisticada estrategia de marketing comercial para fomentar el consumismo y salir de la cuesta de Enero, no por ello yo voy a desprestigiar tal día, olvidando su verdadero significado, que va más allá de lo que uno puede adquirir con su tarjeta de crédito.
Intentaré aprovechar tal día en esta entrada porque es la excusa perfecta para hablar de amor en estos tiempos virulentos que corren, donde la palabra odio se emplea con más asiduidad de la que nos gustaría, envenenando las bocas de los emisores y los corazones de los remitentes (que hippie me ha quedado el párrafo, a ver si me nominan para el premio Nobel de la Paz...)
Por lo general, estamos acostumbrados a contemplar "el día de los enamorados" como algo típico que celebrar con la pareja, pero quisiera que este día no excluyera ni marginara a todos aquellos y aquellas que no tienen una, me gustaría que cualquiera pudiera disfrutarlo, concediéndose un capricho o algo similar porque el amor propio también es amor, y si Cupido tiene algo que objetar al respecto que venga y me lo comunique en persona, veremos si no se marcha con unas cuantas flechas clavadas y las alas en un estado deplorable (releyéndome, ya entiendo por qué no me nominarían para el premio Nobel de la Paz...)
Yo reconozco ser muy enamoradiza en el amplio sentido de la palabra, lo mismo me puedo enamorar de un cuadro de Velázquez en El Prado que de un bocata de calamares en El Brillante, y es que para mí no hay distinciones, nos podemos enamorar de cualquier persona, animal o cosa que nos aporte felicidad y nos haga sentir especiales o privilegiados por un instante.
A continuación, doy paso a mis tarjetas para tal ocasión; es curioso, pero hasta que no las he subido a esta entrada no me he dado cuenta de la cantidad de tarjetas que tenía acumuladas, esperando ver la luz en este blog.
Las ilustraciones y diseños están realizados a rotulador, en papel de 90 gr, o son collages con cartulinas de color, con un tamaño original que no excede del DinA-4. Después de escanear las imágenes, la mayoría las retoco por ordenador, ajustándoles también el formato para su posterior impresión.
No sé vosotr@s, pero yo acabo lo suficientemente saturada de ver corazones, rosas y angelotes con arco por todas partes cuando se acerca esta fecha y con mi predisposición de absorción visual como ilustradora me contagio fácilmente de tanto icono y estereotipo, convirtiendo mi arte en una víctima más de lo clónico, así que perdonadme si soy empalagosa.
Intentaré aprovechar tal día en esta entrada porque es la excusa perfecta para hablar de amor en estos tiempos virulentos que corren, donde la palabra odio se emplea con más asiduidad de la que nos gustaría, envenenando las bocas de los emisores y los corazones de los remitentes (que hippie me ha quedado el párrafo, a ver si me nominan para el premio Nobel de la Paz...)
Por lo general, estamos acostumbrados a contemplar "el día de los enamorados" como algo típico que celebrar con la pareja, pero quisiera que este día no excluyera ni marginara a todos aquellos y aquellas que no tienen una, me gustaría que cualquiera pudiera disfrutarlo, concediéndose un capricho o algo similar porque el amor propio también es amor, y si Cupido tiene algo que objetar al respecto que venga y me lo comunique en persona, veremos si no se marcha con unas cuantas flechas clavadas y las alas en un estado deplorable (releyéndome, ya entiendo por qué no me nominarían para el premio Nobel de la Paz...)
Yo reconozco ser muy enamoradiza en el amplio sentido de la palabra, lo mismo me puedo enamorar de un cuadro de Velázquez en El Prado que de un bocata de calamares en El Brillante, y es que para mí no hay distinciones, nos podemos enamorar de cualquier persona, animal o cosa que nos aporte felicidad y nos haga sentir especiales o privilegiados por un instante.
A continuación, doy paso a mis tarjetas para tal ocasión; es curioso, pero hasta que no las he subido a esta entrada no me he dado cuenta de la cantidad de tarjetas que tenía acumuladas, esperando ver la luz en este blog.
Las ilustraciones y diseños están realizados a rotulador, en papel de 90 gr, o son collages con cartulinas de color, con un tamaño original que no excede del DinA-4. Después de escanear las imágenes, la mayoría las retoco por ordenador, ajustándoles también el formato para su posterior impresión.
No sé vosotr@s, pero yo acabo lo suficientemente saturada de ver corazones, rosas y angelotes con arco por todas partes cuando se acerca esta fecha y con mi predisposición de absorción visual como ilustradora me contagio fácilmente de tanto icono y estereotipo, convirtiendo mi arte en una víctima más de lo clónico, así que perdonadme si soy empalagosa.
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Un mensaje romántico para una tarjeta sencilla. Me costó mantener el fondo blanco, pero lo conseguí. |
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Enternecedora tarjeta. En mis momentos ñoños me salen cosas como ésta. |
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Coexistencia de la combinación perfecta para mí: estos colores, simetría y gatos. |
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Porque el amor no entiende de idiomas. Esta tarjeta gana más impresa porque es troquelada. |
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Un cupido de lo más perjudicado. Las estrellas me chiflan y trastear con la tipografía ni os cuento. |
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Con cierto toque de calidez y un montón de corazoncitos, vamos, un horror vacui imposible de superar. |
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Un diseño sencillo para una idea compleja, tanto como resolver el puzzle de nuestra vida cotidiana. |
Para ver la tarjeta de este año tendréis que esperar al siguiente, así funciona esto, la exclusividad de cada una la tiene mi pareja y, aunque quede cursi (que a veces lo soy, no todo en mí es bordería y palabrotas por doquier), él es la razón por la que todas estas tarjetas que expongo están hoy aquí.
Y para despedirme, os traigo una de las mejores baladas de todos los tiempos, que el 14 de Febrero aún no me ha atrofiado mi gusto musical. Os dedico este "Nothing else matters" de Metallica y ya sabéis, querer y ser queridos porque como dice el título de esta canción: nada más importa.