lunes, 18 de febrero de 2013

Restauración fotográfica

Seguro que muchos de vosotros tendréis centenares de fotos por casa, me refiero a esas en papel fotográfico, cuando el único método de revelado eran los carretes y que, con un poco de suerte y si sois de los que guardan hasta un alfiler, como yo, conservareis hasta los negativos. Pero también me atrevo a aventurar que tendréis algunas fotos antiguas que no poseen negativo ni nada que se le asemeje, esas imágenes únicas que se encontrarán deterioradas y en un estado de conservación lamentable por muy estiradas que hayáis intentado colocarlas en el álbum familiar.
El ineludible paso del tiempo y las condiciones en las que se han guardado han producido daños que ahora podemos reparar (hasta cierto punto) con la ayuda de la restauración digital, aunque a veces se necesite un milagro para darles el aspecto de antaño. Los arañazos, cortes, manchas, dobleces y demás desperfectos pueden desaparecer, disimularse o integrarse de manera eficaz, dependiendo del estado del original y la gravedad de los daños.

Precisamente, hace poco, a mi abuela se le antojó recuperar unas fotografías que mi madre guardaba por uno de tantos cajones de casa; yo no podía consentir escanear las fotos sin más para llevarlas en un pendrive a realizar las copias pertinentes en la tienda de fotografía más cercana, así que dediqué unas horillas delante del Photoshop (ese programa que puede salvarte la vida o arruinártela, según el empleo que cada uno le dé) para retocarlas y otorgarles ese aspecto que debían tener cuando fueron tomadas, recuperando su esplendor perdido.

Como podéis contemplar a continuación, algunas fotografías (como la primera o la última) están bastante bien conservadas, restaurarlas no me ha llevado mucho tiempo ni esfuerzo y han quedado como nuevas. Sin embargo, a la tercera le he dedicado más horas de trabajo que al resto, obviamente por su considerable deterioro, y he obtenido un resultado decente, mejor del que esperaba conseguir. En definitiva, he comprobado que, desempeñando mi papel de restauradora fotográfica, no me he convertido en Cecilia Giménez Zueco con el "Ecce Homo", aunque con el éxito mundial que ha tenido la señora más me valdría... jajaja!!!





Y como aún parece que necesito quitarme la espinita clavada de haber tardado tanto tiempo en tomar las riendas del blog y recuperar el ritmo, me gustaría recompensar a los seguidores que más comentan por aquí (véase el ranking de "top comentaristas" en la columna de la derecha de este blog), haciéndoles un pequeño regalo.
Si figuráis en dicha lista y os apetece, mandadme vuestras fotografías antiguas (dos fotografías como máximo por seguidor) y yo me comprometo a restaurarlas gratuita y desinteresadamente. Si os animáis, sólo tenéis que escanear aquellas fotografías antiguas que se os antojen (preferiblemente a una resolución de 300 ppp o superior) para que yo haga el resto; recordad que no importa en el estado en que se encuentren, yo intentaré hacer todo lo que esté al alcance de mi mano para arreglarlas. Enviadlas a mi dirección de correo electrónico, que también figura en mi perfil de usuario de Blogger y en la pestaña de contacta conmigo, y yo os las mandaré de vuelta todo lo bien que me queden.
La propuesta queda abierta y no hay plazo límite de envío, así que... ¡A participar, que es gratis!

jueves, 14 de febrero de 2013

¡Feliz San Valentín!

Hoy, presuntamente y según lo establecido, es San Valentín; a la gran mayoría este día le parecerá algo puramente superficial, un día como otro cualquiera donde quien más o quien menos comprará algún detalle romántico a su pareja y esperará ser correspondido de igual forma, como si el amor se pudiese medir por el precio del regalo o bastase con decir "te quiero" para demostrar cuánto amor se siente. Pese a que desde ese punto de vista todo se antoja como una sofisticada estrategia de marketing comercial para fomentar el consumismo y salir de la cuesta de Enero, no por ello yo voy a desprestigiar tal día, olvidando su verdadero significado, que va más allá de lo que uno puede adquirir con su tarjeta de crédito.
Intentaré aprovechar tal día en esta entrada porque es la excusa perfecta para hablar de amor en estos tiempos virulentos que corren, donde la palabra odio se emplea con más asiduidad de la que nos gustaría, envenenando las bocas de los emisores y los corazones de los remitentes (que hippie me ha quedado el párrafo, a ver si me nominan para el premio Nobel de la Paz...)

Por lo general, estamos acostumbrados a contemplar "el día de los enamorados" como algo típico que celebrar con la pareja, pero quisiera que este día no excluyera ni marginara a todos aquellos y aquellas que no tienen una, me gustaría que cualquiera pudiera disfrutarlo, concediéndose un capricho o algo similar porque el amor propio también es amor, y si Cupido tiene algo que objetar al respecto que venga y me lo comunique en persona, veremos si no se marcha con unas cuantas flechas clavadas y las alas en un estado deplorable (releyéndome, ya entiendo por qué no me nominarían para el premio Nobel de la Paz...)
Yo reconozco ser muy enamoradiza en el amplio sentido de la palabra, lo mismo me puedo enamorar de un cuadro de Velázquez en El Prado que de un bocata de calamares en El Brillante, y es que para mí no hay distinciones, nos podemos enamorar de cualquier persona, animal o cosa que nos aporte felicidad y nos haga sentir especiales o privilegiados por un instante.

A continuación, doy paso a mis tarjetas para tal ocasión; es curioso, pero hasta que no las he subido a esta entrada no me he dado cuenta de la cantidad de tarjetas que tenía acumuladas, esperando ver la luz en este blog.
Las ilustraciones y diseños están realizados a rotulador, en papel de 90 gr, o son collages con cartulinas de color, con un tamaño original que no excede del DinA-4. Después de escanear las imágenes, la mayoría las retoco por ordenador, ajustándoles también el formato para su posterior impresión.
No sé vosotr@s, pero yo acabo lo suficientemente saturada de ver corazones, rosas y angelotes con arco por todas partes cuando se acerca esta fecha y con mi predisposición de absorción visual como ilustradora me contagio fácilmente de tanto icono y estereotipo, convirtiendo mi arte en una víctima más de lo clónico, así que perdonadme si soy empalagosa.

Un mensaje romántico para una tarjeta sencilla.
Me costó mantener el fondo blanco, pero lo conseguí.

Enternecedora tarjeta.
En mis momentos ñoños me salen cosas como ésta.

Coexistencia de la combinación perfecta
para mí: estos colores, simetría y gatos.

Porque el amor no entiende de idiomas.
Esta tarjeta gana más impresa porque es troquelada.

Un cupido de lo más perjudicado.
Las estrellas me chiflan
y trastear con la tipografía ni os cuento.

Con cierto toque de calidez y un montón de corazoncitos,
vamos, un horror vacui imposible de superar.

Un diseño sencillo para una idea compleja,
tanto como resolver el puzzle de nuestra vida cotidiana.
Para ver la tarjeta de este año tendréis que esperar al siguiente, así funciona esto, la exclusividad de cada una la tiene mi pareja y, aunque quede cursi (que a veces lo soy, no todo en mí es bordería y palabrotas por doquier), él es la razón por la que todas estas tarjetas que expongo están hoy aquí.

Y para despedirme, os traigo una de las mejores baladas de todos los tiempos, que el 14 de Febrero aún no me ha atrofiado mi gusto musical. Os dedico este "Nothing else matters" de Metallica y ya sabéis, querer y ser queridos porque como dice el título de esta canción: nada más importa.

sábado, 9 de febrero de 2013

Carnaval 2013

He pasado más tiempo del habitual con el blog abandonado y los pinceles desterrados de mi vida cotidiana, pero creo que eso ya lo sabéis y es evidente; no hay nada más que mirar debajo de esta entrada y comprobar que no he publicado nada desde Octubre del año pasado.
No sé si vale de algo pedir disculpas, a vosotros, mis seguidores, por tan prolongada ausencia, pero por si acaso sirviera me gustaría hacerlo.
Regresar al blog, habituarme otra vez a redactar entradas y sentir de nuevo una chispita de pasión por lo que hago me está pareciendo harto complicado, no os voy a mentir, hasta ahora no he encontrado el modo exacto ni el momento adecuado para retomar este blog que en su día abrí con más miedo que vergüenza; miedo a que se me agotasen las ideas y la imaginación, miedo a tender a lo ecléctico, miedo a que a nadie le gustaran mis obras, miedo a ser mediocre en los temas, en definitiva, miedo a cosas que hoy poco me importan porque actualmente de lo que tengo miedo en realidad es de replantearme seriamente mi profesión y vocación como lo he estado haciendo los últimos meses.

No sé si ésta es la manera más idónea de empezar una entrada y anunciar mi vuelta, pero no lo puedo remediar, soy propensa al caos y de nuevo me siento como el primer día que inauguré este sitio, con más miedo que vergüenza otra vez; debe ser que vivo en un continuo "déjà vu" del que no tengo escapatoria.

He absorbido vuestros ánimos, he seguido los sabios consejos de CreatiBea y he hecho un esfuerzo del que ni yo me creía capaz, reabriendo este sitio con una ilustración publicitaria para Carnaval.
Creo que las ideas me iban a estallar en la dichosa cabeza por no dejarlas fluir a través de mi mano hasta plasmarse en el papel desde hacía meses, así que aquí tenéis al menos una de tantas cosas que me han pasado por esta retorcida y desgastada mente mía hasta hoy, espero que la disfrutéis (y prometo hacer obras mejores, o al menos prometo hacer obras, que quizá sea más factible).


La ilustración está realizada a acrílico sobre papel de 80 gr y posee unas medidas de 20,83 x 42,16 cm.

Y como dice la canción de Celia Cruz: "Oh, oh, oh, ay, no hay que llorar, que la vida es un carnaval y las penas se van cantando..." Por lo tanto, aprovechemos estas fiestas para ponernos el disfraz o quitarnos el que llevamos todo el año.